Doric

Sean Scully

Exposición

La serie fue fundamentalmente concebida como una celebración de la contribución de la cultura griega clásica a la humanidad. Las obras encarnan una metáfora de la arquitectura griega “los espacios entre las columnas son un espacio para el pensamiento, para la luz, para el cuestionamiento y el crecimiento” escribe Scully. Los tonos claros y oscuros intervienen en un juego complejo de solidez y sombra. Sin duda Atenas es la inspiración global de la serie, pero el papel de Mooseurach – localidad cerca de Munich donde Scully tiene un estudio- también es crucial. Ahí empezó la creación de las pinturas, sobre una pared muy concreta que el artista acabó por considerar esencial para el proceso, “…ahí fue donde hice las pinturas Doric, y las pintaba ya entrada la tarde cuando apenas podía ver lo que estaba haciendo. Me gusta esa claridad” explica. Es llamativo que la solemnidad que Scully buscaba para las obras Doric estuviera forjada en la luz del bosque bávaro, que para evocar a la ciudad y las gentes que son para él la verdadera piedra angular de la humanidad no necesitase estar en una gran metrópolis de sino rodeado de árboles. Hay una poderosa fuerza emocional en su evocación literal del crepúsculo que nos remite directamente al espíritu sensible y el ambiente de Doric Night y Doric Dusk (ambas de 2011).    En las últimas obras de la serie, utiliza una gama de negros de una riqueza muy superior a la empleada durante muchos años; recuerda a sus pintura negras de mediados a finales de la década de los setenta productos de un confeso “romance de cinco años” con el arte minimalista. Como explica: “Las pinturas negras me enseñaron a crear las pinturas Doric”. Para Scully, el negro es indudablemente un color. En esto está en deuda con uno de sus héroes artísticos, Henri Matisse, aunque también hay una conexión clara con las tardías pinturas grises y negras de otra influencia clave, Mark Rothko. Otra fuente fundamental se encuentra en lo que Scully denomina los “negros suntuosos” de los pintores españoles del siglo XVII, en concreto, de Francisco de Zurbarán. La búsqueda de la austeridad en la serie Doric está en deuda con la maestría del extremeño en el empleo de distintos tonos de blanco. “Es una relación metafísica con los materiales muy extraña, la cual es esencial en toda mi obra: la relación entre la materialidad y la luz”. Al igual que en los hábitos religiosos de Zurbarán, los blancos en las pinturas Doric son extraordinariamente delicados en sus tonos de múltiples matices.  El ritmo es esencial en la serie, en 2009 Scully se sentía cada vez más frustrado con el lienzo y decidió pintar sobre Alu-Dibond, un material compuesto formado por dos hojas de aluminio y una capa central de polietileno. Scully ha comparado el sentimiento de pintar sobre el metal con la sección de percusión de una banda de jazz, inevitablemente se produce un ritmo hipnótico que le permite sumirse en las marcas que hace. Scully sabía desde el principio que quería que las pinturas Doric constituyesen “una gran serie que estuviera muy concentrada y no tuviera ramificaciones en otras pinturas, que fuera independiente”. Para lograrlo ha recurrido a las experiencias pictóricas vividas durante la mejor parte de medio siglo, apelando a momentos dispares de su propia historia y, como siempre, revisitando la obra de artistas del pasado cercano y distante. El inicio de la serie Doric es, por tanto, al mismo tiempo una adición de estas ricas fuentes y un nuevo episodio extraordinariamente fértil en la obra de Scully. Respecto a la serie de acuarelas expuestas pintadas en la década de los ochenta el artista escribe: “Pasé una semana en la isla de Simi en 1984. Como siempre, cuando viajo me fijo en las casas donde vive la gente. Contemplaba los edificios de Simi y éstos expresaban una monumentalidad limpia y sencilla. Así que hice una serie de acuarelas mientras estaba allí. La segunda que pinté (8.10.84) era más o menos una vista fiel de una gran ventana salediza. Había alquilado un apartamento sobre un acantilado que miraba hacia el mar. La terraza era plana y blanca, en contraste con el azul y el amarillo del mar y la arena. En la mayor parte de estas acuarelas hay ventanas e inserciones arquitectónicas. Inequívocas divisiones geométricas que terminan con Simi Morning, una acuarela amarilla, azul, marrón y blanca que pinté el día antes de irme. Todo influido por Simi. Todo reflejaba el clasicismo incrustado en hasta la más sencilla de las estructuras. Y, por supuesto, está la luz, constante y serena…” Título de la obra: Doric Sky (Cielo dórico), Sean Scully, 2009