Chillida

Medallas

ExposiciónIVAM Centre Julio González

Con las medallas y los colgantes Eduardo Chillida se introduce en ese grupo de grandes escultores que dejan huella en la orfebrería del siglo XX: Francisco Durrio, Julio González, Alberto Giacometti o Alexander Calder. En todas estas piezas se puede apreciar las características fundamentales de la escultura de Chillida: la simplicidad, el juego de los límites y su interrelación en conexión con la escala humana. Basándose en la simplicidad, Chillida elimina los elementos sobrantes e innecesarios de la imagen. Estudiando los límites define el espacio. Para Chillida el límite “es el verdadero protagonista del espacio; como el presente, otro límite, es el verdadero protagonista del tiempo”.

Desde principios de los sesenta, Chillida realiza esta orfebrería dirigida casi exclusivamente al entorno familiar, son sus piezas más íntimas. Sus formatos son irregulares y están fundidas en plata y en oro aventajado –oro de 19 quilates, cuya aleación contenía más plata que cobre, de ahí su color, como en las piezas arqueológicas de oro mesopotámicas, etruscas o aztecas. En sus colgantes y medallas se pueden distinguir dos grupos: las medallas figurativas –la cruz, San Cristóbal y la maternidad- y los medallones de carácter abstracto. En las primeras, Chillida investiga las relaciones organizativas entre la línea y el plano, en las segundas las relaciones repetitivas entre discontinuidad, orden y ritmo, ya de planos, ya de textura. En su realización Chillida ha utilizado el viejo método de la cera perdida, ayudado por joyeros. Éstos evitaron la más mínima manipulación de las ceras talladas, grabadas o dobladas por Chillida, sin utilizar abrasivos, sin pulir las piezas. De este modo, sus ritmos, su textura y su caligrafía quedaban intactos y corpóreamente presentes.

La exposición presenta 49 medallas datadas entre 1966 y 1988.