Ramón Gaya

El pintor de las ciudades

ExposiciónIVAM Centre Julio González

Ramón Gaya nació el 10 de octubre de 1910 en Murcia. A los diez años dejó la escuela para consagrarse por entero a la pintura, apoyado por su padre y aconsejado por los pintores murcianos Flores y Garay. La llegada a la ciudad levantina de los pintores ingleses Tryon, y luego de Japp y de Hall, fue providencial para el joven Gaya, ya que traían consigo reproducciones de los impresionistas franceses y de la pintura que se hacía en París, Picasso, Braque, Matisse, que supusieron su primer contacto con el mundo moderno. En 1926 llegó también a Murcia el poeta Jorge Guillén; quien junto con Juan Guerrero Ruiz, fundó la revista, Verso y Prosa en la que iba a colaborar con escritos y pinturas Gaya. En 1928 viajó con una beca a París donde la ilusión de encontrarse con las vanguardias que ya conocía por fotos sólo fue comparable con la decepción que le produjeron al tropezárselas de cerca, lo que hizo que volviera sus ojos hacia el Louvre y, sobre todo, hacia El Prado, “su” museo, donde encontró a quienes iban a ser sus referencias pictóricas y sus maestros a lo largo de setenta años: Tiziano, Rembrandt, Velázquez, Rubens, y todos aquellos que de una manera natural han ido conformando su universo pictórico.

En 1933 volvió precipitadamente a España y se instaló definitivamente en Madrid donde se enroló en un proyecto de instrucción popular, las Misiones Pedagógicas, con las que recorrió España de punta a punta en compañía de Rafael Dieste, Luis Cernuda y Antonio Sánchez Barbudo. La guerra significó una interrupción dramática en su vida y en su obra. Como tantos intelectuales se puso desde el primer momento al servicio de la República, que le destacó en los frentes literarios y artísticos que le servían tanto de propaganda como de sostén moral, y así le vemos participar de manera muy activa, como único viñetista, en la mítica revista valenciana Hora de España, junto a Antonio Machado, el propio Dieste, Gil-Albert, María Zambrano, Bergamín o Luis Cernuda…

Tras la guerra, y después de la amarga experiencia del campo de refugiados francés, se marchó a México donde permaneció catorce años y de donde surgirían sus hoy célebres “Homenajes” en los que los amados maestros, de Tiziano a Picasso, de Velázquez a Van Gogh, de Rembrandt a Hokusai, tienen un papel protagonista y explícito en muchas de sus pinturas. En 1956 mudó su exilio mexicano por el italiano, para afincarse en Roma, donde llevó una vida solitaria y apartada, compartida durante unos pocos años con la amistad de María Zambrano, del escultor Giacomo Manzú o la de la escritora Elena Croce. Desde 1960, Gaya va poco a poco normalizando su vida española, con estancias cada vez más frecuentes y prolongadas, primero en Barcelona y luego en Valencia, donde en 1974 instala su estudio. Son años para él de intenso trabajo, como pintor y como escritor, pues es entonces cuando escribe y publica dos de sus libros más importantes, El sentimiento de la pintura (1960) y Velázquez, pájaro solitario (1969). Ya en 1984, y sin cerrar ni el estudio de Roma ni el de Valencia, Gaya se irá a vivir a Madrid, instalándose en una itinerancia constante que le lleva de Madrid a París y de París a Roma y de Roma a Valencia o Murcia, ciudad ésta última en la que en 1990 se inauguró el museo que lleva su nombre.

La exposición reúne unas doscientas obras fechadas entre 1923 y la actualidad que trazan una amplia retrospectiva sobre la obra de Ramón Gaya y la influencia que sobre ella han tenido las ciudades en las que ha vivido. El catálogo editado con motivo de la muestra reproduce la totalidad de las obras expuestas y incluye textos de Andrés Trapiello, Tomás Segovia y Juan Manuel Bonet.