El IVAM revela la lucha de Julio González entre un destino de artesano y una voluntad de ser artista
La exposición Ser Artista. Julio González reúne 250 piezas que muestran el extraordinario trabajo de un escultor que “venció el oficio con el oficio y al hierro con el hierro”
El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) ha presentado una nueva lectura de la obra de Julio González a partir de 250 obras procedentes de la Colección del museo que se inaugura el jueves 27 de octubre.
“La exposición Ser Artista. Julio González me atrevería a decir que se convertirá en un hito en la historiografía y la fortuna crítica de Julio González pues revisa su vida y su obra desde premisas no contempladas anteriormente y, sobre todo, permitirá ver el trabajo de González más allá de mitos y tópicos, en toda su plenitud compleja y en sus contextos cambiantes”, ha explicado la directora del IVAM, Nuria Enguita.
Comisariada por Juan José Lahuerta, la exposición reúne esculturas, pinturas, dibujos, fotografías y piezas de joyería, pero también una importante cantidad de manuscritos, tarjetas postales, cartas o revistas de época “que nos aproximan de una forma más íntima a Julio González y nos ayudan a comprender mejor el difícil equilibrio entre la obra y la vida de un artista”, en palabras de Enguita.
La exposición no sigue un orden cronológico, o por etapas o estilos, sino que “propone una visión continua del trabajo de Julio González a través de su inscripción en la Academia, con una serie de temas o motivos que atraviesan toda su trayectoria, como el desnudo femenino o la maternidad, y que se manifiestan tanto en obras figurativas como cercanas a la abstracción”, ha destacado.
Para el comisario Juan José Lahuerta, la obra de este escultor se ha entendido hasta ahora “como una larga búsqueda en la oscuridad que culmina súbitamente en una especie de ‘visión’ en la que González descubre su auténtico destino como escultor en hierro”. Sin embargo, Julio González vivió una lucha contra su doble destino de artesano y artista, de modo que en ella, en lugar de evolución, hay simultaneidad. “Su voluntad de ser artista supone vencer al oficio con el oficio y al hierro con el hierro”, ha declarado Lahuerta.
La primera sala es una presentación de Julio González a través de los autorretratos en los que el artista muestra su personalidad pública asociada a su oficio (la paleta, el pincel) y las primeras obras más académicas con temas que atravesarán de forma constante toda su trayectoria.
La exposición continúa con las piezas de orfebrería, un aspecto de su trabajo que el propio González consideraba como una obligación que le impedía desarrollar su auténtica vocación de artista. La sala 3 aborda el tema de la metamorfosis con piezas como Daphné (1937) o Hombre Cactus I (1939) hasta llegar al espacio que ocupan esculturas radicales y revolucionarias como Mujer ante el espejo (ca. 1936-1937) o la Monserrat del Pabellón de la República española de 1937. “Julio González se presenta ante nosotros con todas sus luces y sus sombras, en la complejidad de unos contextos cambiantes, en las contradicciones de unos proyectos no siempre resueltos felizmente”, ha afirmado Juan José Lahuerta.
Otro mito sobre Julio González es el que lo sitúa como un artista marginal, prácticamente desconocido, que trabajaba modestamente en su taller esperando un reconocimiento que solo iba a hacerle justicia después de su muerte. “En realidad, era todo lo contrario: un personaje que vivió el tiempo de las vanguardias perfectamente anclado en su época y como uno de sus mayores protagonistas”, sentenció Lahuerta.
La directora del IVAM ha destacado la importancia de Julio González para el museo con la colección más completa del escultor español iniciada en 1986 a partir de adquisiciones y de las donaciones de las herederas del artista, Carmen Martínez y Viviane Grimminger. “En el caso de Julio González, como todo gran artista, es fundamental plantear visiones críticas y radicales que muestren su complejidad”, concluyó.