Ximo Lizana
PERO, ¿QUÉ ES UN ROBOT?
Un robot es una construcción, una máquina, un mecanismo artificial, que carece de alma, goza del poder de moverse por si misma y no se enferma ni muere; es concebido y fabricado para efectuar una tarea normalmente ejecutada por un ser humano. A diferencia de los autómatas, los robots llevan implícito algo de lo ominoso: en el caso, el temor a que se independicen del ser humano, a que le superen, a que lo maten. ¿Las máquinas tomarán el lugar del hombre? Hal, imaginado por Stanley Kubrick en el filme 2001: Odisea del espacio, libera reflexiones algo simplistas sobre la humanidad, pero mata secretamente a los hombres de la tripulación para obedecer a su propia lógica de androide, que considera superior a la de los humanos.
En la leyenda del Golem, pero también en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, o en Blade Runner, la mayoría abdica y el hombre no tiene otra solución que la de volverse contra una máquina dominadora. Quien conformó los robots (del verbo eslavo robota, “trabajo obligatorio”; la palabra es empleada para designar a un “trabajador artificial”) fue el dramaturgo checo Karel Capek. En su drama R.U.R. (Rossum Universal Robots, 1921) aparece la primera fábrica de robots en serie. La serialización les hacía perder la individualidad: los robots dejaron de ser aquellos seres mecánicos semi-mágicos pero personalizados que realizaban deseos humanos. El autómata todavía estaba vinculado a lo mágico; el robot, que no tiene por qué ser antropomorfo, era estrictamente racional, funcional y productivo. Capek introdujo en la literatura, androides que se rebelan contra sus creadores, y no por azar.
¿El libro de Capek es acaso un símbolo de lo que acontece en el mundo contemporáneo? ¿Representa quizá un amargo esbozo crítico del problema, hoy en auge, de la desocupación? Cabe recordar que en 1929 había comenzado la depresión norteamericana, que recién se encaminaría a una solución con el presidente Roosevelt en 1933, y que en ese mismo año el ascenso de Hitler a canciller de Alemania al tiempo que clausuraba los desastres económicos que minaron a la frágil República de Weimar, iniciaba otros peores.
¿ANGELES? NECESARIOS
Recientemente, los robots llegaron al arte: la idea es usar como recurso de expresión artística todas las tecnologías, de las más simples a las más sofisticadas. Y en el arte actual los robots han sido utilizados por los artistas con una intención frecuentemente crítica respecto de la propia cibernética, o para ironizar los comportamientos sociales del hombre, e incluso con una finalidad lúdica o humorística. Hoy Ximo Lizana nos propone esculturas robóticas, a las que denomina Ángeles Robóticos. Ángeles que ejecutan operaciones a través de ordenadores. ¿Ángeles robóticos? Acaso la voluntad de representar a los ángeles con figura de hombres (apenas Rembrandt los reemplaza por luz) no sea sino la respuesta al deseo de angelizar a la humanidad o, también, al de humanizar a la divinidad. Ximo Lizana introduce un atisbo de heterodoxia. ¿Se trata de seres encarnados o desencarnados? ¿Ángeles robóticos o robots angélicos?
En todo caso, su obra podría ser considerada como expresionista: a pesar del recurso a la tecnología, lo que prima es la emoción. En todo caso también su obra abre a la pregunta acerca de si en la sociedad actual, “sociedad de control”, sigue teniendo vigencia la temática de los ángeles. Todo induce a pensar que los ángeles continúan siendo necesarios y nada les disputa su lugar en el imaginario humano.
La exposición que se presenta en el IVAM incluye 33 obras, fotografías y robots, fechadas entre 2001 y 2009. El catálogo de la muestra reproduce todas esta obras además de textos del comisario de la exposición, Ángel Kalenberg, la Directora del IVAM, Consuelo Ciscar, María García-Abadillo y Natalia Gómez.