investigación, heredera. Pero si no puedo hacerlo, y si tengo que dejar esta coincidencia como una pregunta
abierta, sí puedo atesorar preciosamente el hecho hacia el cual me invita a prestar atención: el hecho de
que “territorio” es un término que no tiene nada de inocente y del cual no debo olvidar las violencias apropiacionistas
y las destrucciones que configuraron algunas de sus significaciones actuales. Es un término
que podría acarrear hábitos del pensamiento tan empobrecidos como lo fueron, a partir del siglo XVII, los
múltiples usos que durante mucho tiempo han caracterizado el hecho de habitar y compartir la tierra.
Desconfianza entonces. Y curiosidad. He encontrado, por supuesto, algunos ejemplos de términos,
cuando menos, ambiguos, como el hecho de que un macho “reclame” un espacio, que asegure una
“posesión” o aún el hecho de que los colibrís defienden una “reserva”. El hecho de que la agresividad sea,
en el comportamiento territorial, tan manifiesta y, en apariencia, tan determinada, ha suscitado igualmente
un cierto tipo de atención, y sobre todo porque los observadores, al entenderla en los esquemas habituales
de la competencia, tuvieron una tendencia a interpretarla de manera literal, insistiendo sobre su efecto aversivo.
Las palabras utilizadas por algunos ornitólogos para describir los comportamientos, son elocuentes,
incluso del ámbito militar o de la guerra: conflictos, combates, desafíos, impugnación, ataques, persecuciones,
patrullas, defensa territorial, cuartel general (muy frecuente para señalar el centro del territorio
a partir del cual el pájaro canta), pintura de guerra (para designar los colores de los pájaros territoriales)…
Pero algunos ornitólogos discutirán rápidamente esos usos terminológicos, no en nombre del hecho de
que antropomorfizan a los pájaros, sino porque invitan a privilegiar los comportamientos competitivos y
agresivos puestos en obra en la territorialización, ocultando otras dimensiones que les parecen cruciales.
Dejando esto de lado —yo lo descubriría en el curso de mi investigación—, pocos ornitólogos
vehiculizan una concepción en términos de “propiedad”. La mayor parte van a suscribir la definición que
propondrá la zoóloga estadounidense Gladwyn Kingsley Noble en 1939, “el territorio es cualquier lugar
defendido”, porque esta tiene el mérito de ser sobria y de poder describir prácticamente todas las situaciones
territoriales. Le añadiremos, según las teorías, funciones: un sitio puede ser defendido para asegurar
la subsistencia, para proteger las interferencias en la reproducción, para permitir la “promoción”, término
que designa las exhibiciones, los pavoneos y los cantos, para asegurar la exclusividad de la hembra o
garantizar la estabilidad de un lugar de encuentro de un año al otro, y otras funciones que veremos en el
segundo capítulo. En poco tiempo, los ornitólogos se dieron cuenta de que no había una manera de hacer
territorio, sino múltiples formas de territorialización. Esta definición de “lugar activamente defendido” va a
ser el objeto, a lo largo de los descubrimientos y con la multiplicación de las maneras en que los pájaros
se territorializan, de muchos matices. Las fronteras van a mostrarse mucho más elásticas, negociables y
porosas que lo que hubiéramos podido imaginar tras las primeras observaciones y, sorpresa, algunos investigadores
llegarán a la conclusión de que ellas no tendrían por única función, en muchos pájaros, la de
proteger el territorio contra las intrusiones y la de asegurar la exclusividad del uso de un sitio. Todo esto lo
vamos a ver a continuación.
El territorio tomará entonces otros sentidos que desbordan ampliamente la idea de que se
trataría de una propiedad. Ciertos ornitólogos se harán cargo, además, de precisar que lo que se dice
de los pájaros, en materia de territorio, no tiene el mismo sentido que lo que los humanos designan
por ese término. Howard, por ejemplo, señalará que el territorio es ante todo un proceso, o más bien,
precisa, una parte de un proceso implicado en el ciclo de la reproducción: “considerado así, evitamos
el riesgo de concebir la acción de «asegurarse un territorio» como un evento independiente en la vida
del pájaro, y por este hecho, espero, que el riesgo de una concepción basada en la significación de la
palabra cuando es utilizada para describir los procesos humanos más que los procesos animales9”.
9 Henry Eliot Howard, Territory in Bird Life, Collins, 1948 (1920), p. 16.