Al final de la Gran Guerra se abría un periodo de experimentación en dos direcciones. La primera estaba más atenta a imaginar y construir una nueva sociedad y cultura tras la catástrofe de la guerra. Alemania derrotada, surgió la República de Weimar como una esperanza que pronto fracasará abriendo un tiempo de interrogantes dramáticas. En ese contexto se da una búsqueda formal y espacial que recorre todos los campos de la creación y de las artes aplicadas. En el cruce de caminos de esta búsqueda el proyecto de la Bauhaus de Walter Gropius tuvo una significación ejemplar. Bastaría asomarse a los manifiestos y cuadernos pedagógicos de algunos de ellos, como Klee, Kandinsky, Albers o Moholy-Nagy entre otros, para poder identificar la filosofía de una nueva cultura del proyecto. La segunda discurre por el territorio explorado ya antes por el Dada y que pronto adquirirá nuevos derechos en su alianza con el Surrealismo. Igualmente, pero desde presupuestos diferentes podemos ver cómo los anteriores conceptos del futurismo se trasladaban ahora a los Rotoreliefs de Marcel Duchamp o a los experimentos de Antoine Pevsner o Naum Gabo, proclives a mezclar materiales industriales en sus construcciones. Los mismo que podemos observar en las Quinze variations sur un même thème de Max Bill o en el Equilibre de Jean Hélion, sin olvidar la exploración espacial de Alexander Calder resuelta desde equilibrios provisionales y avanzados, capaces de sugerir la ilusión de nuevos mundos. F.J. 89
Colección del IVAM. XXV Aniversario
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